sábado, 15 de junio de 2013

Los Cinco Ritos Tibetanos, ¿El Secreto Para La Eterna Juventud?



Nuestro cuerpo tiene siete centros a los que llaman vórtices. Estos 7 centros magnéticos giran a gran velocidad cuando gozamos de buena salud, cuando giran a diferente velocidad se refleja en nuestro cuerpo con indicios de vejez, enfermedad o senilidad.
 
Una manera rápida y efectiva para restablecer la salud, la vitalidad y la juventud es conseguir que estos centros restablezcan su actividad óptima y para lograrlo existen cinco sencillos ejercicios llamados "Los Cinco Ritos Tibetanos" y son varios los testimonios que nombran a estos ejercicios "La fuente de la eterna juventud"

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Los Cinco Ritos Tibetanos vigorizan, aportan claridad de pensamiento, flexibilizan, rejuvenecen física y espiritualmente, mejoran el humor, fortalecen la fuerza de voluntad, alivian tensiones musculares, mejoran la respiración y la digestión, aumentan la fuerza física, brindan energía y vitalidad, ayudan a eliminar la ansiedad y la depresión y nos permiten sentirnos seguros y satisfechos de nuestra decisión de cambiar.
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Consejos antes de empezar a practicar Los Cinco Ritos Tibetanos:
  • Estar siempre atentos a la respiración.
  • Utilizar una manta doblada para no recibir el frío del suelo.
  • Ser constante y practicar los ritos al menos 6 veces por semana.
  • Cada persona tiene distinto grado de facilidad para ejecutar las diferentes prácticas, podemos llegar allá donde nuestra condición física actual nos permita, la práctica aumentará gradualmente nuestra flexibilidad y resistencia.
  • Empezar con tres series de cada uno e ir aumentando dos por semana hasta llegar a las 21 que practicaremos a diario.
  • A partir de los 4 meses de práctica continuada podemos, si queremos, practicar los Ritos 2 veces al día.
  • Una alimentación sana y equilibrada nos ayudará a potenciar los efectos.

Explicación para poner en práctica los cinco Ritos Tibetanos.

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1er Rito
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De pie, erguido, con los brazos extendidos horizontalmente, empieza a girar lentamente de izquierda a derecha.*
 
Respiración lenta y profunda.
Para si te sientes ligeramente mareado, aunque no hayas llegado a terminar la serie.
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   2º Rito
Nos tumbamos con las piernas y los brazos estirados, los dedos de las manos juntos mirando hacia dentro.
 
A continuación levantamos lentamente las piernas manteniéndolas estiradas hasta que estén en posición vertical, o incluso, cuando podamos, un poco más atrás.

Al mismo tiempo incorporamos la cabeza para tocar la barbilla con el pecho. Luego dejar caer las piernas poco a poco y relajarnos un momento. Repetir.
Es posible que al principio no podamos mantener las piernas estiradas, lo haremos con las rodillas flexionadas y en pocos días conseguiremos estirarlas completamente.

Inspirar profundamente mientras levantamos las piernas y la cabeza. Expirar todo el aire mientras bajamos.
 
 
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3er Rito
 
Arrodillados, colocamos las manos en los muslos e intentamos tocar la barbilla con el pecho.

A continuación flexionamos hacia atrás todo lo que podamos, estirando el cuello.
Después se endereza la cabeza y el cuerpo se incorpora hacia delante hasta llegar a la posición inicial. Reposamos un instante y repetimos.

El grado de flexión irá aumentando día a día con la práctica.
Respiración: Inspirar profundamente cuando arqueemos la columna y expirar al regresar a la posición original.


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4º Rito
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Comenzamos con las piernas estiradas, la cabeza hacia delante queriendo tocar el pecho y las manos apoyadas en el suelo a la altura de la cadera.
Flexionamos las rodillas y levantamos el cuerpo estirando la cabeza hacia atrás, de modo que la cabeza y el tronco queden paralelos al suelo, en posición horizontal.

Volvemos a la posición inicial y reposamos un momento. Repetir.
Inspirar profundamente mientras levantamos el cuerpo, retener un momento mientras tensamos y exhalar al volver a la posición inicial.



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5º Rito
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Para realizar este Rito pondremos las manos apoyadas en el suelo separadas entre sí unos 60 cm. las piernas estiradas con los pies a la misma distancia.


Se elevan las caderas empujando el cuerpo hacia atrás todo lo que podamos, sujetándonos con los pies y las manos, echando la cabeza hacia el pecho.

Después bajamos el cuerpo lentamente, estirando el cuello hacia atrás.
Tensamos bien los músculos tanto estando arriba como abajo.

Con la práctica conseguiremos bajar el cuerpo al máximo sin tocar el suelo y volverlo a elevar sin dificultad.
 
Inspirar profundamente al elevar el cuerpo, mantener unos segundos mientras tensamos, y exhalar lentamente al bajar. Reposar unos segundos y repetir.

Como muestra de la práctica de los cinco Ritos Tibetanos te dejamos este vídeo





 
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